Carta abierta: dejando atrás agosto

Con todo el riesgo que para un supersticioso -no lo soy- involucra, podemos decir que estamos pasando agosto, lo que con los años empieza crecientemente a ser una preocupación. Ahora, se nos vienen encima las campañas y luego las elecciones.

 

En relación a estos procesos, vale la pena hacerse esta pregunta: ¿Qué nos lleva a involucrarnos en estos procesos políticos, más allá de ser un simple votante? ¿hay algo inspirador tras estas motivaciones?

 

Desde ya, y consciente de que hay de aquellos también entre los nuestros, pienso que nada nos aportarán a este respecto los que sólo buscan un espacio de trabajo remunerado -legítimo-, una opción de ganar fama o, peor, de colocarse en una situación de poder para luego abusar del mismo, lo que ya no es legítimo. Lamentablemente, todo indica que la corrupción también nos ha golpeado la puerta.

 

Luego, las buenas respuestas nos devuelven a cosas más profundas. Probablemente algún grado de mesianismo -ver algo que el resto no ve, pero es bueno para todos-, mucho de agradecimiento -si se ha recibido mucho y hay mucho que devolver – y, lo que más me importa, la convicción de que hay un conjunto de ideas que de prevalecer ayudarán al conjunto de una forma más eficiente que las ideas alternativas. Ideas y mecanismos de hacerlas operativas.

 

Por ello, primero es fundamental conocer y luego amar esas ideas, para lograr a continuación comunicarlas, de manera que el resto las conozca y llegue a considerarlas valiosas. Y en eso nos hemos estado esforzando como Instituto, logrando además creciente participación de personas interesadas en este trabajo.

 

Pues, como es obvio, no basta ganar grandes o pequeños espacios de poder en una sociedad para poder mejorar la misma. Es necesario tener ideas operativas -no sólo entelequias- y además, un sistema de gobierno que permita llevar el buque hacia donde las ideas mandan (gobernabilidad, diría un marino). Transformar las ideas en proyectos concretos, es parte del trabajo en que se debe involucrar un Instituto como el que presido. Por eso, colaboraremos en preparar la base de un programa de gobierno.

 

Dicho ello, hay algo que está pasando colado y sin lo cual, ni este gobierno y probablemente -no necesariamente- ningún otro podrá sacar a Chile de este problema en que se encuentra: Ajustar el régimen de gobierno para alinear dos cosas. Primero, la posición de Presidente de la República con una mayoría parlamentaria y, segundo, a los parlamentarios con los partidos políticos que conforman la base del gobierno, de forma de estabilizarla. Este punto, que exige reformas constitucionales y sobre el que existe bastante consenso, lamentablemente está quedando en el olvido.

 

Pero sin perder de vista lo anterior, que es bastante concreto, el Instituto Libertad en los próximos días abrirá un proceso participativo, cuya premisa podríamos resumir de la siguiente manera: Ok, estamos en un hoyo, pero lo importante es cómo salimos de allí. Esperamos a través de este proceso, donde usaremos medios tecnológicos innovadores y apuntaremos también a líderes sociales que normalmente no son los más escuchados en estos avatares, levantar ideas concretas y prácticas que, no yendo en contra de nuestros principios, puedan ayudar a Chile. Un abrazo a todos, y a terminar bien agosto, es decir, sin perder la memoria.

 

Victor Manuél Avilés

Presidente

Directorio Instituto Libertad

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