Con respeto, me voy a permitir discrepar con quienes han señalado que hubo un chantaje desde la Presidencia de la República, al señalarse que sin reforma tributaria y de pensiones, no se avanzaría en materia de régimen político.
No es chantaje que el Presidente de la República -que en nuestro sistema es un colegislador activo y relevante- intente manejar la agenda legislativa conforme sus convicciones, erradas una vez más bajo mi óptica, como explicaré. Por ello, no es raro que pretenda alterar los tiempos de la discusión de una y otra reforma, en este caso, pasando para la cola la relativa a ciertos aspectos del régimen político donde parece haber amplio acuerdo.
Dicho ello, como entendemos que el Presidente de la República fue catapultado como diputado y luego a su posición actual por el sistema electoral que tiene hundido a Chile y los chilenos, no podemos dejar de sospechar en todo caso de estas preferencias en cuanto al orden de la discusión. Por lo demás, en tanto más se postergue esta discusión acercándose futuras elecciones -aún a dos períodos plazo- más difícil es lograr sea un acuerdo sea los resultados buscados.
Pero como entendemos también que el Presidente de la República puede, pese a todo, tener buenas intenciones y apoyar la reforma al régimen de gobierno para frenar la atomización en el Congreso y el desequilibrio antidemocrático que confiere a pocos un poder desmedido en perjuicio de todos, todo ello de cara a permitir la gobernabilidad del Chile, no podemos dejar de calificar lo ocurrido como una pataleta seguida de la típica taima, que al parecer pasó.
Volviendo a hablar en serio, la imposibilidad de avanzar en pensiones y en una reforma tributaria reactivadora -no la que hoy se tramita que seguirá frenando el país en perjuicio de los que no pueden salir de acá para la ONU o jurisdicciones más proclive a la inversión-, deriva precisamente del problema del régimen de gobierno que se quiere solucionar, al crear incentivos para disminuir la atomización de partidos y en el Congreso Nacional.
Un país gobernable es un país también donde el Presidente de la República tiene una mayoría sólida en el Congreso Nacional que, escuchando a la minoría, avanza en su programa de gobierno aprobando las leyes que se necesitan.
Pues bien, si el Presidente de la República optaba por postergar la solución a este tema de fondo, privilegiando discutir otras materias a riesgo de que se rechacen, sólo lograría no solucionar nada. Por suerte, al parecer recapacitó.
Ahora bien, me voy a permitir también discrepar de un diputado escudero del Presidente de la República, que señaló que la derecha al no discutir pensiones “abandona a los adultos mayores” con sus pésimas pensiones. La verdad, las pensiones muchas veces pésimas por la falla del Estado regulador, pero no hay tal abandono político.
Lo que hay es un Estado ineficiente, con sueldos a sus funcionarios en niveles excesivamente altos en comparación a la media de mercado -desiguales para lo que es la mayoría de los chilenos, podríamos decir-, los que se llevan los fondos públicos que deberían destinarse a seguridad y a dar cobertura a pensiones, educación y salud a todos, partiendo por los niños y adultos mayores.