Reflexiones de un aniversario

Desde hace un tiempo hemos visto como, ante momentos convulsos, han surgido liderazgos altisonantes, casi agresivos, que reclaman para sí alguna suerte de “pureza doctrinal” y que, aprovechando el temor que muchos sentimos, aglutinan algunos votos pero no construyen una mayoría. Muchos de estos liderazgos han encontrado en los estrechos tiempos y excesivos colores de las redes sociales el espacio ideal para sumar adeptos con mensajes tan punzantes como, a veces, vacíos. Ellos no han trepidado en motejar de “…itas” precisamente a quienes, por años y desde mucho antes, incluso en tiempos más duros, han venido defendiendo en períodos de pre y post transición las ideas de la nación, la libertad, la responsabilidad, la familia y el respeto a los derechos, todas tan propias de la derecha.

 

En política, que tiene una fase ex post arquitectónica, hay sin duda una fase ex ante de conflicto, donde se lucha por el poder o por mantenerse en él. El poder es el medio para construir. El poder, en democracia, se obtiene convenciendo y debe ejercerse. Por ello, esa posición que algunos motejan de entreguista es, en realidad, una forma de ejercicio del poco o mucho poder que los ciudadanos entregan a sus representantes. Veamos un ejemplo. Si ante un proyecto de ley se es minoría, es decir, se puede asumir razonablemente que el proyecto igual será aprobado, el ejercicio inteligente del poder exige intentar influir en algo. Así, lo que viene malo o muy malo, mejora en el camino, sin con ello se resguardas a las personas y familias. Por el contrario, si ante un proyecto de ley se es mayoría, ella debe ejercerse sin renunciar a la oportunidad de oír a los otros, sea para mejorar las ideas propias sea para convencer y sumar fuerzas. No hay entreguismo alguno en estas reglas simples.

 

Los que usan la agresividad como táctica para desde los márgenes del poder aumentar, simplemente, un electorado estéril por no construir una mayoría, van sólo potenciando al del frente: el marxista, del Partido Comunista o no, que por convicción filosófica y casi física, está convencido de lo inevitable que será el enfrentamiento final y que sólo es moralmente bueno aquello que lo anticipa o acelera. Sí, se puede concluir que la postura agresiva de la derecha le trabaja “moralmente” a la evolución indefectible de la historia en que cree el marxista, comunista o no. No hay forma de ser más furiosamente anticomunista -si cabe la expresión- que la de favorecer el entendimiento democrático.

 

Y es que para pelear, los comunistas necesitan otro. Y sabemos en Chile del daño que el enfrentamiento generado por dichas fuerzas en los sesentas y setentas y en octubre de 2019 ha generado a las familias de nuestros país, el que todavía no puede despertar del todo de esa pesadilla que nos ha arrastrado con una resaca de depresión.

 

Por estos días Renovación Nacional celebra su aniversario. Sabemos que en nuestras filas hay diferentes corrientes de ideas. Nacionalistas, liberales, conservadores y otros. Sabemos también que no siempre hemos contado con la mejor gente ni hemos estado exentos de los oportunistas que se afilian en búsquedas de espacios de poder. Pero sabemos también que por nuestras venas, con orgullo, corre la sangre de quienes pusieron la cara en los momentos más difíciles de nuestra historia para salvar a Chile del peor de los males y, de eso, estamos orgullosos. Por lo mismo, en estos tiempos, no podemos sino aportar con firmeza, pero sin altisonancia, desde nuestras convicciones para convencer a través del diálogo y mejorar las condiciones de vida de las personas, sin llevarlas a un conflicto que sólo destruirá familias y forma de vida. Allá están ellos, que desde lejos -incluso de Chile- predican sobre cómo deberíamos ser. Acá estamos nosotros día a día, con esfuerzo y ojalá inteligencia, cuidando nuestra unidad nacional, democracia, derechos y familias,  junto con potenciar la libertad individual. Feliz aniversario.

 

Víctor Manuel Avilés H.

Presidente

Instituto Libertad

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